En este mundo interconectado y de mercados abiertos la competitividad resulta un imperativo para el desarrollo empresarial, por lo cual las empresas deben generar productos o servicios innovadores que satisfagan las necesidades y expectativas de los clientes, de manera que cuenten con la fidelidad de ellos y  puedan permanecer en el mercado.

Las nuevas realidades en el mundo, los cambios de las fuerzas económicas, la tecnología de la información, la robótica y las telecomunicaciones impactan los resultados de los negocios y de las organizaciones en general.

Se requieren replanteamientos en la orientación del pensamiento, el saber hacer y la acción de las empresas y las personas que hacen parte de ellas, para estimular el desarrollo de competencias, entre otras, de creatividad e innovación, piezas clave del capital humano, y de la gestión del conocimiento cuyo objetivo es convertir datos e información en experiencias novedosas de aplicación práctica que permitan realizar en mejor forma las estrategias empresariales.

La creatividad entonces, nos puede ayudar a anticipar respuestas mediante la planificación de escenarios, a vislumbrar oportunidades, a afrontar la incertidumbre, y a solucionar problemas.

Conviene entonces que reflexionemos sobre la creatividad como un talento de las personas, su significado en el desarrollo de las empresas, y la necesidad de orientar el capital humano hacia la innovación, confiando en que ello contribuirá a enriquecer nuestro visión y nuestra acción como miembros de una sociedad necesitada de crecimiento individual y colectivo. 

 

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