Se describe aquí una experiencia que confirma, una vez más, que –aún en el caso en que se controlen la mayoría de los factores materiales, metodológicos y ambientales que intervienen en las actividades gráficas- y que, además, se proporcionen unas instrucciones concretas para la realización de las mismas, cada uno de nosotros, de modo consciente o inconsciente, expresamos nuestras propias tendencias personales, así como nuestro estado psico-físico, cuando nos situamos ante una nueva hoja de papel y disponemos de un instrumento con el cual podemos escribir o dibujar. Esto, de hecho, está en la esencia del fundamento teórico de la Grafología.
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